viernes, diciembre 30, 2005

La piel fría

Otra que me llegó muy recomendada: a su favor, que se lee del tirón, y te atrapa fácilmente en un universo convincente y que te pone (si me permiten el chiste) la piel de gallina. Ah, y tieen uno de los mejores polvos inter-especies que yo haya leido. Lo que me convenció menos de la novela de Sánchez Piñol es que para mi gusto se le ven demasiado las tripas y las vigas: es decir, la estructura (sólida pero simple) y las intenciones (una reflexión muy antropológica, pero no especialmente matizada sobre el otro y nuestra mirada). También abusa de las frase grandilocuentes (a veces logradas, pero otras no tanto). Y otras le chirría el vocabulario --estalactitas de hielo en vez de carámbanos, puertas interiores de las ventanas en vez de contraventanas-- , pero lo mismo es cosa de la traducción.
    Seguramente gana si se lee como lo que es: una muy prometedora primera novela, y una obra casi de género.
Ahora me pondré con Pandora...


Por cierto, vaya portada más fea la de Edhasa.

lunes, diciembre 26, 2005

My ear at his heart


    Me lo regalaron en inglés, aunque el libro de Hanif Kureishi (el de Mi hermosa lavandería), está en castellano, en Anagrama. De entrada, no me hizo mucha gracia: novela sobre novelas, mezcla de realidad y ficción, plagada de citas librescas y organizada casi con la vocación fragmentaria de diario (o de una bitácora). Sin embargo, poco a poco fue enganchándome, a medida que Kureishi iba tejiendo con fibras casi invisibles un retrato de esa perfecta tela de araña impregnada de calor de hogar que llamamos familia. Y en especial una exploración cruda y tremenda de una compleja relación con su padre. Así que, acabó gustándome casi tanto como me inquietaba:  supongo que todos tenemos un padre (aunque no todos escriban novelas).

miércoles, diciembre 21, 2005

Mi último suspiro

He adquirido la manía en los últimos años de doblar la esquina de la página cuando hay en ella algo que me gusta. Si tengo un lapiz a mano, lo marco, y si no lo confío a la memoria, consciente de que a la segunda pasada es fácil que no logre recordar qué fue exactamente lo que me llamó la atención. Normalmente no son más de dos o tres marcas por libro. En el caso de las peculiares memorias de Luis Buñuel --dictadas a su amigo Carrière-- superan la docena, y eso porque me corté de anotar más: sobre el talento subversivo de los surrealistas --con alguna anécdota impagable--, los sueños de don Luis (algunos que comparto), su receta del Martini seco, la nefasta proliferación de la información (décadas antes de Internet)... En fin, el libro es una especie de collage, irregular, pero lleno de Bunuel hasta los tuétanos, apasionante incluso para alguien a quien no le gusta demasiado su cine.

La edición es DeBolsillo.

ecoestadistica.com