La joven de las naranjas
Confieso que no pude con el gran éxito de Jostein Gaarder, El mundo de Sofía, que me pareción un ingenioso intento de hacer atractivo un manual de filosofía para bachilleres con un envoltorio vagamente de ficción. Así que cuando me regalaron esta Joven de las Naranjas, sólo lo reducido de su extensión (163 páginas) y el afecto que le tengo a quien me lo regaló me incitaron a emprender su lectura. De entrada, me encontré con más de lo mismo: dos textos entremezclados --una carta de un padre muerto a su hijo ya adolescente y la historia de su lectura contado por éste--, cierta torpeza a la hora de crear el misterio y un estilo tirando a ramplón. Sin embargo, a medida que se acerca al final, el libro va cobrando emoción, y confieso que llegó a ponerme al borde de la lágrima. Supongo que no es difícil si se piensa en las teclas emocionales que toca, pero lo cierto es que lo consigue, y acaba trenzando la historia de dos amores que perduran a través de los años.
Así que finalmente me gustó bastante. Aunque sospecho que encontró en mi las fibras que me llevan al cine a ver las comedias románticas de Sandra Bullock. Vosotros mismos.
Así que finalmente me gustó bastante. Aunque sospecho que encontró en mi las fibras que me llevan al cine a ver las comedias románticas de Sandra Bullock. Vosotros mismos.