sábado, junio 17, 2006

El perro de terracota


El azar, contra lo que suele creerse, tiene sus reglas, lo que pasa es que no siempre se aplican. En este caso, saqué de la bolsa de los libros que me había prestado S. otra novela del Montalbano de Andrea Camilleri que resultó --miren por donde-- la segunda de la serie. Y aquí ya se nota un salto importante de calidad : más gruesa, más densa, de personajes más sólidos y una trama de vaivenes más complejos, personajes más hechos y todo ello sin perder la gracia, la agilidad y la capacidad de sorprender que tenía la primera. Así como algunos niños (y algunos vinos, dicen los entendidos) envejecen para ser fotocopias de si mismos, otros crecen y maduran sorprendiéndonos con una combinación imprevista de los ingredientes que intervinieron en su crianza.
Lo que más me gustó, la reivindicación de la pérdida de tiempo (para qué resolver un crimen que ya ha prescrito) y de las obsesiones personales. Al comportarse así, a costa de enfadar a quienes más quiere, Montalbano se convierte en un personaje más imperfecto pero, por eso mismo, más admirable.
Lo que menos...que se acabara tan pronto.
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