lunes, febrero 20, 2006

Ampliación del campo de batalla



Tengo la mala costumbre de saciar mi curiosidad sobre algún escritor de moda leyendo una novela que tenga ya algunos años. Eso es lo que hice con Michel Houellebecq. El libro, una escueta historia de ecos existenciales en los entornos de la gran empresa contemporánea, no me pareció gran cosa, aunque se lee bien (no es muy larga), y el desasosiego que claramente busca producir acaba quedándose en la epidermis. Muy lejos del Amis que leí antes, donde el escalofrío sigue a la carcajada, aquí todo queda en un temblorcillo afanosamente buscado.
No creo que lo siga frecuentando.



martes, febrero 14, 2006

La información


Martin Amis es un escritor al que siempre me asomo con miedo: despiadado con sus personajes, lúcido hasta la arcada, penetrante, irónico, cabrón como pocos. Quizá como ninguno. Claro que escribe y novela de puta madre. Todo eso sale a relucir en esta historia en que relata la desigual relación entre dos viejos amigos escritores, un fracasado exquisito y un triunfador imbécil. La amargura y la envidia de Richard Tull hacia su "amigo" Gwyn Barry le llevan a emprender una campaña --fracasada como todo lo suyo-- en el sentido más militar de la palabra. El hecho de que por debajo laten las fantasías de la relación (real) de Amis con mi escritor británico vivo favorito (Julian Barnes) no estorba en nada la lectura: ni siquiera lo sabía de cierto hasta que me puse a escribir esto.
Así que si no sienten en sus carnes las punzadas dulciagrias del fracaso y la envidia literaria, leanla y la disfrutarán tanto como yo. Y, si las sienten, aguanten el tipo porque sigue mereciendo la pena el viaje. Averiguarán ademas que esa información a que alude el título es básica, aunque sólo circunstancialmente confidencial.



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