La puerta

El libro de Magda Szabò (en Mondadori) me llegó muy recomendado, y la verdad es que lo empecé a leer con verdadero gusto: tal vez por lo peculiar de los personajes (una inolvidable Emerenc, criada y buena vecina con el genio áspero de las beatas, su ama y la cohorte de gentes del barrio), por un ritmo desusado que va desgranando pequeños enigmas que pican la curiosidad (el principal esa puerta a la que alude el título), por el reflejo muy tangencial de una Hungría comunista --y postcomunista-- vista desde una óptica nada política, por los aromas de Centroeuropa que destila. Sin embargo, a medida que avanzaba las promesas iniciales se iban diluyendo, y al final no había mucho más de lo que se nos daba desde el principio, en dosis tales que empezaba a resultar cansado.

El toreo es grandeza

Con alguna frecuencia me encuentro con gente que, como yo, sin ser en nada aficionado a la fiesta de toros, seguía con fruición las jugosas crónicas de Joaquín Vidal en El País. El entusiasmo del apasionado, la capacidad didáctica de quien conoce y ama aquello de lo que habla y una prosa entre antigua y descojonante hacían una delicía leer sus escritos. No consiguió que me aficionara a la fiesta (hace falta otra cosa, imagino), pero sí que la conociera mejor y la respetara más. Pues bien, en estas cinto y poco páginas hay una brevísima introducción --entre ficciones y ensayos-- al mundo de los toros, desde la dehesa a la plaza. Y escondidas entre sus páginas, personajes entreñables, reflexiones atinadas y carcajadas agazapadas (sobre todo) en los diálogos.
Muy recomendable.