martes, agosto 30, 2005

La montaña mágica


  Mi lectura gruesa del verano. La había atacado ya hace unos años, pero supongo que la nueva traducción (de Isabel García Adánez) ha contribuido lo suyo a que pudiera culminar el segundo asalto a la cara norte de esta  apabullante Montaña mágica. He disfrutado como un enano cada página --incluso muchas de las abstrusas discusiones de Septembrini y Naphta-- y no he dejado de pasmarme ante una historia donde caben las descripciones más minuciosas del clima de alta montaña, una curiosa estampa de una sesión de rayos-X o los vaivenes del amor adolescente por una rusa misteriosa. Todo ello hilvanado con curiosas reflexiones sobre el paso del tiempo y cómo lo percibimos. El final, inesperado, estalla como una tormenta que da un sentido nuevo a todo lo leído hasta entonces.
    Los clásicos es lo que tienen, es fácil recomendarlos.

3 Comentarios:

Blogger Peke said...

También lo leí hace años en la casa familiar; hace poco compré esta traducción, pero aún no me he animado a hincarle el diente. Le tengo un poco de miedo a los fantasmas del pasado. Seguro que no vibraré como vibré. ¡Ay!

6:48 p. m.  
Blogger MH said...

Hola, Bandida.
¿Has visto, Peke? Al fin tenemos compañía.

9:00 a. m.  
Blogger Hans said...

Lectura de verano de 1988. Convaleciente de una operación de pulmón tremenda. Quienes me rodeaban entonces no acabaron de ver el encanto del gesto.

Recuerdo una discusión en Heidelberg con una filóloga, naturalmente alemana, que sostenía que después de Mann no había nada. Los alemanes tienden a verse así (Hegel). Al menos hasta que Fukuyama trempó de pura idiocia.

La Montaña Mágica es formidable. Pero jamás la pondría como la mejor novela, o más, bien, jamás diría que Mann es el mejor novelista de la Historia.

12:11 p. m.  

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